domingo, 24 de enero de 2010

Allá en Rancho Grande, Allá Donde Vivíaaaaaaaaaaaaa….


Flashback:

Enero 2009, tiempo de celebración, felicitaciones, algarabía, fiesta, júbilo, desmadre… terminaba mi carrera de Medicina. 5 años y medio después de haber entrado a la escuela de medicina y haber vivido múltiples experiencias (mi primera sutura, mi primer “Crush” con una chavita médica, y el segundo, y el tercero… como verán conoces poca gente dentro de este oficio… mi primera guardia, cientos de desvelos, decenas de partos atendidos, gran número de cirugías asistidas, muchos sacrificios, pero mayor número de satisfacciones) “terminaba” el camino para convertirme en médico. “TERMINABA” según mi pobre cabecita atolondrada por tanto festejo de graduación, probablemente entre el viaje de fin de cursos y la fiesta de graduación se me agotaron las pocas neuronas aún con capacidad sináptica que me quedaban para comprender que esto estaba leeeeejos de terminarse; ILUSO YO…

Febrero 2009, tiempo de lamentación, depresión, agonía, duelo, maldición cayendo sobre mi, el pinche FIN del mundo… Comenzaría mi Año de Servicio Social en un pueblito alejado de la ciudad, UN AÑOOOO, 12 meses siendo el doctor en un rancho rascuache, un intento de civilización naranjera en medio de la nada, terroso, lejos de mis amigos y familia, sin Internet ni sus beneficios, sin cable, a 110 kms del cine o Chili’s mas cercano… Mi sentimiento en ese momento era sencillo: me espera el peor año de mi vida, me voy a volver loco, me voy a desnutrir

una vez más: ILUSO YO….


Tiempo Actual:

En unos cuantos días terminaré mi Servicio Social en la comunidad de “El Llano”, municipio de General Terán, NL. Todos esos miedos, prejuicios y demás chiflazones que surgieron al principio de esta experiencia fueron menguando poco a poco. Lo primero que me pegó como patada en los trompiates fue la soledad. Y no me refiero a la típica autoflagelación enferma de “ay estoy sólo, nadie me quiere, no tengo a nadie en este mundo…”, no, no, sino simplemente a la sosa y sencilla soledad. Después de las 3 de la tarde que se iba Toñita (personaje maternal que me cocinaba y/o cumplía funciones de nana/mamá) me quedaba completa y totalmente SOLO… bueno, éramos tres, mi conciencia, mis pedos y yo. Todas las tardes me adentraba en un mundo que realmente no conocía, no sabía estar solo, incluso pensaba que no me gustaba estarlo. Fue en esas horas de nada que hacer (traducido a Nada en la tele) en las que de repente me pregunté, ¿qué chingados anda mal conmigo?, ¿en mi vida?, ¿en lo que quiero?, en las que esa soledad se volvió mi aliada. Pude analizar ciertos aspectos de mi vida/profesión y corregir/mejorar lo que yo consideré era necesario en esos momentos… crecí enormemente y aprendí a apreciar los tiempos a solas y sacarles provecho. Tiempo después, esas horas sin compañía se hacían más cortas, no niego que mi gusto añejo por las Telenovelas de Televisa estuvo reprimido algún tiempo y me reencontré con él durante estas tardes, pero con todo y mis buenas dosis de televisión local (la cual ahora aprecio más y siento que comprendo mejor al mexicano promedio que saca sus premisas de vida de la novela de las 9), pude encontrar muchos más tiempos de meditación e introspección que en mi vida en la ciudad.


Siendo sinceros, de Medicina no aprendí gran cosa, sí tuve algo de práctica, pero como es una comunidad pequeña, había realmente poca consulta. Tal vez vi pocos pacientes en comparación con otros compañeros en otras comunidades o centros rurales/urbanos, pero eso fue suficiente darme cuenta que el paciente rural, el paciente “de rancho”, es muy distinto. La manera en que la relación médico-paciente se establece por allá es distinta, aún se le respeta al médico, aún se le toma en cuenta su trabajo y se le AGRADECE! Chingado, no pedimos mucho, solo un vil y jodido “GRACIAS”, aunque allá sería un “Gracias Dotorcito”. El paciente rural es noble, aun nos entrega su confianza y lo que es más importante, aún acepta que tus conocimientos sobre el área o su padecimiento son válidos y de importancia, en lugar de empezar a embarrarte en la cara artículos de Selecciones, o si ya andan muy modernas las señoras intentan emanar sabiduría médica citando algún capítulo de House. El paciente del rancho, también tiene defectos, muuuuchos defectos, como tener muy arraigadas costumbres o tradiciones que repercuten negativamente en su salud, pero fue muy bueno tomar un respiro y encontrarte con pacientes que no te ven como un triste empleado de la compañía de seguros, sino como un personaje de respeto y servicio.


¿Qué otras pequeñas cosas hicieron mi estancia en el México Campesino más llevadera y totalmente distinta a lo que esperaba?

- El contacto más cercano con la naturaleza, ir a nadar al río, pasearme diario en bicicleta para ver como las estaciones del año pasan y las huertas llenas de Naranjos evolucionan con el paso de los meses: de estar llenos de Flores de Azahar, a encontrarse tupidos de naranjas o mandarinas, las más jugosas y dulces que yo haya probado.

- El poder observar TODAS las noches absolutamente todas y cada una de las estrellas sin que ni una sola luz impidiera apreciarlas.

- Irme de ahí pesando 10 kilos más que cuando llegué, por el simple hecho de deleitarme con la cocina de rancho diariamente, almuerzo, comida y cena. Ese sazón que no encuentras en la ciudad, que si bien tengo varias referencias de muy buen sazón en mi casa, el sabor del rancho es distinto, el huevo recién puesto por la gallina; la res, el puerco, el pollo que aún andaban caminando por ahí unas horas antes de la comida; la hierbabuena y el chile cortados minutos antes de su consumo… todo eso son sabores y olores que no tienen comparación, y que voy a extrañar, chingado los voy a extrañar...

- Ver luciérnagas… ¿pónganse a pensar, cuando fue la última vez que vieron una luciérnaga?

- Los niños del rancho. Los chavillos de allá mantienen su capacidad de asombro durante mucho más tiempo, son más serviciales para con el adulto y se divierten mucho más fácil que el niño de la ciudad.

- Ratifiqué y comprobé mis deseos de ser Pediatra, me di cuenta que la dinámica con los niños me es profundamente divertida y apasionante. Al mismo tiempo reforcé mi inmeeeensa repulsión de ver pacientes adultos que no tienen nada, no están enfermos y solo necesitan sacar su estrés/problemas de alguna manera… no no, eso no es para mi...

- Aprendí un curso básico sobre citricultura, a matar/destazar borregos… aprendí que las Piñas se dan en el suelo!! Chingada madre yo pensaba que se daban en palmeras como los Cocos! Así hay una lista de innumerables nimiedades, que juntas hacen un buen bagaje de conocimiento ranchero.

- Gente como Toñita y su familia, así como muchos otros pacientes que se preocuparon por que yo estuviera agusto, me sintiera cómodo y contento. Ese deseo de servir de la gente del campo, esa hospitalidad PURA y DESINTERESADA, despertaron en mi una gran admiración a su sentido de gratitud y amabilidad. La gente del rancho no tiene miedo a sacrificar bienes, tiempo o esfuerzo por expresar su agradecimiento y respeto.


Ya pasó todo un año, en el que me fuí adaptando a situaciones, aprendiendo conceptos y apreciando las cosas más sencillas, que hicieron de mi estancia en El Llano, toda una experiencia de vida.

6 comentarios:

  1. No mames man, con madre... que buenas lineas...

    Marco Pineda (pinedamp@hotmail.com

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  2. La verdad que se ve que disfrutaste tu servicio. Si se antoja vivir la experiencia asi como la pintas

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  3. Que bonito post, la neta. Casi me pierdes en "trompiates", pero afortundamente me hice de valor y seguí leyendo.

    Es una experiencia completamente diferente, pero en méxico rural también aprendí a apreciar un poco la vida rural. Las luciérnagas y las estrellas eran mis cosas favoritas, pero déjame decirte que esos niños no tenían naaaaaada de capacidad de asombro.

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  4. Excelente blog..yo la verdad no soy muy fan de éstas cosas, pero es muy interesante ver plasmado lo que yo creo sentimos todos los pasantes este año...aunque mis condiciones fueron muy distintas a las tuyas...a pesar de los prejuicios de servicio y de toooooodas las injusticias...es una experiencia de vida ocmo bien lo dijiste...es una etapa más de crecimiento y madurez en muchos sentidos!!

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  5. Excelente blog!!! "dotorcito" xDD
    Ya soy tu fan wey!

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  6. Otra buena entrada. De nuevo mucha identificación con lo que escribes. Se me hace que si coincidimos en la residencia hasta nos habríamos caído mal, jajaja... Recuerdo miles de cosas similares del servicio pero comparto una: ver campeón al América vs Tecos en 2005 por goleada con el Cuauh, con mi esposa y mi bebé de meses mi mejor amigo, Chiva el wey, y su sra. En casa de mi "Toñita" y toda su familia americanista, en mero La Paz, Galeana, N.L. Ni tigres ni rayados!

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