jueves, 11 de febrero de 2010

Güercoooo, chamacoooo, jijo de laaaaaa....

Durante mi preparación como médico; escuela de medicina, internado y servicio social, los pacientes que he tenido enfrente han sido muy variados. Afortunadamente he tenido la oportunidad de atender bebés, niños, niñas, adolescentes, mujeres, hombres, embarazadas, viejitos, veteranos de guerra, mexicanos, gringos, asiáticos, africanos, cuerdos, no tan cuerdos, ricos, clase-medieros, pobres, jodidos, jodidísimos y lo que le sigue... He probado un poco de todas las especialidades médicas y me he intentado empapar de variadas áreas de interés.

Escoger una especialidad médica no es nada fácil. Saber si quieres ver niños, adultos, viejitos, granos, hemorroides, mocos, cerilla, hongos en los pies, chancros, señoras sin pantaletas, perrillas (en los ojos, mal pensados), cortar tripas o pegar huesos, no es una decisión que cae del cielo ni que sabes desde "chiquito". Aunque haya médicos que así lo expresen, "yo sabía que quería ser cirujano plástico desde los 3 años, cuando les ponía plastilina a las Barbies para que tuvieran mas boobies", NI MADREEEEES, esa gente que asegure que su ESPECIALIDAD la saben desde antes que el tiempo fuera tiempo, probablemente saben que les gusta el dinero, el poder, el reconocimiento, el respeto, o cualquier otro beneficio secundario de su especialidad desde los 3 años. Dentro de las etapas para convertirse en médico, el estudiante se da cuenta que tal vez el quirófano es en donde él quiere hacer una diferencia para con el paciente, o de lo contrario, puede desengañarse y odiar estar parado 6 horas seguidas buscando una bolita en un charco de sangre, todo esto sin poder rascarse a discreción. De igual manera el joven galeno puede identificarse íntimamente con los pacientes más pequeños, o en su defecto, descubrir que tiene nula paciencia a la hora de tener un par de hermanitos saltando sobre la cama de exploraciones mientras interroga a la madre. Tu área de especialización (si es que decides tomar alguna) es algo que surge dentro de tu preparación, son actividades que te llaman la atención, algo en lo que te desenvuelves con naturalidad y que disfrutas por sobre todas las demás cosas en tu carrera.

Mi inclinación hacia la pediatría vino aproximadamente a mediados de la escuela de medicina y vino a reforzarse en el internado y servicio social. Durante mis días como médico de pueblo, los niños ocupaban aprox el 60% de mi consulta y comprobe lo que sabía: lo que a la mayoría de la gente le desespera de los niños, a mi me resulta gracioso, espontáneo y natural. No niego que de vez en cuando, hay uno que otro pacientito que me obliga usar mis Bati-habilidades de sujeción y disciplina, aunque siempre sabiendo cuidar y no dañar el vínculo de confianza y calidez previamente formado.

Para mí, los niños son mejores pacientes que los adultos por 5 razones:

1.-Son simples y sencillos: Un niño enfermo es muuuuuy fácil de detectar. El niño enfermo no corre, no brinca, no habla, no aprovecha cada descuido tuyo para ir a picarle a tu teclado, no ensucia el consultorio, no intenta sobornarte con un DVD de Bob el Constructor a cambio de que no le pongas una inyección. Un niño que hace cualquiera de las anteriores, no está enfermo. FAAAAACIIL.

2.- El niño aún tiene una capacidad de mentir limitada: Si bien, claro que mienten como cualquier otro paciente, sus mentiras son más faciles de detectar, cae en contradicciones mas pronto o simplemente se les olvida que habían manifestado información falsa. Ejemplo:
Dr.- "¿te duele la cabeza?,
Niño.- "Siiiii"
Dr.- "¿y la pancita?"
Niño-"Siii"
Dr.- "¿La rodilla?"
Niño.- "mmmh Ajáaa"
Dr.- "¿Y el brazo?"
Niño.- "mmmh sii también"

a menos que el niño acabe de estar en un accidente automovilístico y/o volcadura, es obviooo que está mintiendo.... De los adultos ni hablemos, mentirosos cabrones....

3.- Los niños tienen un policía en casa (casi siempre): Imaginen que recetan un medicamento a una señora, y ésta tiene en casa a un policía que verifica que el medicamento sea ingerido a su respectiva dosis y hora. Con los niños, la mamá (en algunos casos el papá) es el policía. Claro siempre con sus honrosas excepciones, mamás webonas e/o irresponsables, en mi experiencia éstas últimas han sido pocas.

4.- Los niños no pretenden sacarte nada: Salvo por la ocasional falta a la escuela, los niños regularmente no intentan hacerle fraude a la compañía de seguros, sacarte una incapacidad, manipular a su pareja e/o hijos o buscar justificación para sus irresponsabilidades. Repito, existen excepciones de niños manipuladores, pero comparados con ADULTOS manipuladores, son la extrema minoría.

5.- Los niños son miles de veces mas divertidos de interrogar y explorar. Con un viejo no puedes comentar el capítulo más reciente de Patito, ni presumirle tu reluciente poster de los luchadores de las WWE.

Es así como me encuentro próximo a lo que será la etapa más difícil y DIVERTIDA...
En pocos días, el Bati-Consultorio se llena de niños.....