Era un 2 de noviembre,
La muerte se había vestido,
Iba a llevarse a los “R’s” pediatras,
Y uno que otro entrometido.
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La calaca ya planeaba,
Echárselos al morral,
Comenzaba su desfile,
De hospital en hospital.
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Empezando por “El Sanjo”,
La parca se quejaba,
A las 6:45,
Ni siquiera ella trabajaba.
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La muerte apresurada,
Hasta las 7:05 aparecía,
Pero de la entrega de guardia,
El Dr. Vargas la corría.
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“Aquí llegas temprano,
tarde nadie se mete,
Y si sigues de impuntual,
Agarra tus chivas y vete.”
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La huesuda avergonzada,
De tal llamada de atención,
Hacia “El Choco” avanzaba,
Para seguir con su misión.
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Ahí estaba Gaby López,
Sentadita en la ventana,
De la muerte no escapó,
Ni por ser vegetariana.
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Preparando una sesión,
Murió Carlos Roel,
Y solo en el panteón,
Se volvió a saber de él.
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En el pase de visita,
Anaí se petateó,
Y con esa sonrisita,
La muerte se la llevó.
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Era la una de la tarde,
La parca estaba afuera,
Sentadita en la entrega,
Esperando a una güera.
Por fin llegó Aleyda,
a sufrir un gran espanto,
y ahora es la más lista,
de todo el camposanto.
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De los “R’s” superiores,
Faltaban Karen y Siller,
Y ahora sus esquelas,
En “El Norte” pueden ver.
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En el Cites ya rondando,
La huesuda sin conciencia,
Al Dr. Cuello se llevaba,
Con todo y la evidencia.
Por tal noticia fúnebre,
Hubo quien se moría,
A un lugar muy lúgubre,
Fue Yetiani María.
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De una vez visitaría,
La calaca tan sombría,
A quienes encontraría,
En la Junta de Pediatría.
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Por los kilómetros que llevaba,
Corriendo por ahí,
Colgó los tenis en “Calzada”,
El Dr. Lozano Lee.
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El Dr. Bronson y Daniel Mendoza,
Sufrieron un desliz,
Y su muerte vergonzosa,
Al tronar funesto “Quiz”.
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La calaca enrachadita,
Se fue hacía el materno,
Decidida a llenar,
De residentes el averno.
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La Catrina orgullosa,
En urgencias comenzaría,
Localizó un “pitufo” rosa,
Era Julia quien se moría.
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La parca encontró a Cota,
Y se lo llevó con prontitud,
Ahora andan batallando,
Pa’ comprar larga ataúd.
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La muerte iba buscando,
A tan afamado pillo,
Y en cirugía fue encontrando,
Al Dr. Garza Badillo.
Macabro fue el destino,
Y su muerte un misterio,
Ojalá tenga su Xbox,
Pa’ jugar en el cementerio.
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Majo se topó,
Con la Catrina en bicicleta,
Y a la pobre atropelló,
Muriendo la triatleta.
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Recién desempacado,
de Dr. Arroyo, Nuevo León,
Kuri fue finado,
Sin obtener explicación.
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Julieta sorprendida,
A ver tantas defunciones,
A la muerte muy bandida,
Le hizo reclamaciones.
“No tienes derecho,
A llevarte mis residentes,
¿Como quieres que haga el rol,
Con tan poquitas gentes?”
La Catrina quería a Julieta,
y lo demás no le interesa,
y ejerciendo sus funciones,
murió nuestra lideresa.
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La guardia de Giselle,
Era todo un frenesí,
Pero ahora está enterrada,
En San Luis Potosí.
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La Calaca tilica y flaca,
Se paseaba por el Materno,
Y se llevó a Leslie Uribe,
A dormir un sueño eterno.
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Vuelta loca en piso,
Corría Dulce por doquier,
Hasta que la parca dio con ella,
Y le dio algo de comer.
“Yo se que ya te casas”,
Dijo la muerte tan burlona,
“Pero ya no sigas enflacando,
Que me quitas la corona.”
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La huesuda encaminada,
En el Materno Infantil,
Fue a terapia intensiva,
A hacer algo muy vil.
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Buscaba a Yolanda,
La calaca siempre lista,
Ni las aminas la salvaron,
A la futura intensivista.
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Ya pa’ irse la tilica,
Fue a tococirugía,
Montse y Tania se murieron,
Cachando bebés todo el día.
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La última parada,
un lugar no muy lejano,
La muerte ya rondaba,
El Metropolitano.
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La Catrina ya buscaba,
Por los cubículos de UCIN,
Al buen José Manuel,
Pa’ llevárselo a su fin.
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Por ser buena y amable,
La parca se llevó a Normita,
Ahora es la pediatra,
De sus hijas calaquitas.
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Roberto se encontraba,
En alojamiento conjunto,
Entre puérperas y niños,
Ahora yace difunto.
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Lucio emocionado,
Por su próximo casorio,
De la muerte no escapó,
Y fue a dar al purgatorio.
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Erika y Shanty,
Se encontraban en consulta,
Fue la parca a visitarlos,
Y ser quien los sepulta.
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Muy triunfante la huesuda,
Salió de esta jornada,
Ya que sola y sin ayuda,
No le faltó nada.
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Si no fueron mencionados,
En estas calaveras,
No se sientan ni preocupen,
Que sólo son las primeras.
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Ya con esta me despido,
De estos versos tan luctuosos,
Nos veremos en un año,
Aún más ojerosos.
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César Lucio